C O R B A T A S C O N A L M A: UN POCO DE ARTE

Tania tenía una boda y necesitaba algo muy especial para su traje inspiración japonesa de Miyake.

Con el cueyo que eligió realizó este maravilloso colage.

AUTORRETRATO

por / by

TANIA GUTIERREZ

Técnica colage

Cueyo Silvia de Artza

Aquí otro look con el mismo cueyo que eligió Tania, esta vez la blonda
en dorado.

CUEYOS CON "Y" DE CORBATA , CUEYOS CON "S" DE SOMBRERO..

“Nos hallamos al comienzo de El principito donde, desde las primeras líneas, sentimos la perplejidad de encontrarnos ante un sombrero que no es un sombrero sino una serpiente que se ha tragado a un elefante: Sin embargo, lo que con el tiempo y las lecturas nos conmueve y nos arrastra a pensar más lejos es la fluctuación – no sabemos si infinita – que la presencia simultánea de ambas imágenes provoca en nosotros: un sombrero que es un elefante vestido de serpiente, una serpiente que en su necesidad de ser un sombrero incorpora un elefante, un sombrero que no sabe ser sólo sombrero sin ser elefante, etc. Antoine de Saint-Exupéry extravía la mirada (¿qué fue primero el sombrero o el elefante? ¿el cuello o la corbata?), y hace aparecer lo ambiguo, la tierra de nadie, el palíndromo que duerme en todo objeto. Saint-Exupéry, como Faulkner, como algún otro escritor vertiginoso, fue aviador, coqueteó numerosas veces con el cielo y el abismo y la caída libre. Pero en él no era tanto la pasión por el vuelo lo que le espoleaba a subirse en un avión, como la ocasión que la altura le brindaba de alejarse y de mirar, extrañado, un mundo de sobra conocido. La altura era para él la condición de su escritura, la distancia mínima en la que el sombrero deja de ser sólo un sombrero. A Silvia de Artza la conocí hará unos años en Barcelona, en el estudio que tuvo antes de volver a Vitoria en la Carrer Ample cerca de Dalt. Yo había empezado a trabajar como fotógrafo en la sección de moda de cierta prestigiosa revista. Por aquel entonces me hablaron de Silvia y de la posibilidad de hacer un reportaje en torno a sus trabajos. Por supuesto, acepté. Silvia odia las alturas, evita los aviones y me hubiera encantado saber qué opina de las distancias (en mi torpeza no fui capaz de preguntárselo). Lo que sí pude comprobar, y su obra y las fotos de aquella sesión lo corroboran, es su manera de mirar los objetos con una proximidad que tiene mucho de altura y de vértigo. Una mirada que hace que la prenda pierda su brújula estrellándola contra el suelo, obligando al sombrero a ser un elefante, al elefante una corbata, al cuello cueyo”. R. Á. Arias, En lo alto y más abajo." Retratos reales de gente imaginaria".

UN POCO DE ARTE

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